A principio del siglo XV existían en la Sierra núcleos de población alrededor de los castillos que se regentaban por concejos locales. Sin embargo todos dependían del concejo hispalense que ejercía la totalidad de los derechos señoriales y el mero mixto imperio, designando justicias y regidores en las villas y lugares, promulgando ordenanzas, cobrando rentas y derechos, reclutando las milicias concejiles, previo repartimiento entre sus vecinos y resolviendo en alzada los pleitos ante las justicias locales. La gente vivía alrededor de las plazas fuertes o castillos (el llamado encastillamiento). El resto del terreno consistía de baldíos y sobre todo de bosques. Los ejidos alrededor de las poblaciones servían para una agricultura de autosuficiencia. La verdadera riqueza de la región estaba en los bosques.

En 1407 se realiza un padrón[1] por imperativo del rey para la clasificación de la población según las categorías militares por las que cada vecino era obligado a contribuir a la defensa de su tierra. Este padrón nos permite por primera vez una mirada detallada a la gente que habitaba la Sierra. Como se trata de un censo con fines militares nos da una lista de los hombres obligados a prestar el servicio en las milicias concejiles.

Los datos del padrón de 1407
Los datos del padrón de 1407 [2]

Este listado se basa en la riqueza de las distintas personas y de esta manera obtenemos una imagen de la estructura social – económica de la población. En concreto para Aracena: [3]

Cuantías

Vecinos

Porcentaje

Pobres

32

11,6%

20-60 mrs.

132

60%

60-100 mrs.

40

20%

101-140mrs.

10

5%

141-180mrs.

9

4,5%

+de 180 mrs.

9

4.5%

Los caballeros de cuantía son la incipiente aristocracia del lugar que con el tiempo ocuparán los puestos claves del concejo. Además en el padrón no solamente se anota la hacienda del sujeto si no asimismo su profesión. Gracias a esto tenemos una información valiosa sobre la economía de la sociedad serrana en los distintos lugares. En Aracena ha­bía en 1407 6 escribanos, 8 alfayates o sastres, 4 molineros, 3 zapateros, 3 recueros, 2 mercaderes, 2 corcheros, 2 tejedores, 2 carpinteros, 2 libreros y 1 de los siguientes ofi­cios: tornero, rodero, herrero, calero, tejero, albañil, carni­cero, ovejero, porquero, y colmenero, todos con modestas cuantías. En Cumbres Mayores, el pueblo que le sigue en nú­mero de habitantes, se hallan no más que 1 herrador, 1 recuero, 5 tejedores y 1 carnicero. Santa Olalla cuenta con tres tejedores y torneros, 2 alfayates y libreros y uno de los demás oficios: escribano, herrero, tinajero, tundidor, gaitero o me­sonero, además de los relacionados con la ganadería. De estos datos ya se deduce los distintos desarrollos de las poblaciones. Se ve claramente como Aracena empieza a convertirse en el centro administrativo de la Sierra por el hecho de contar con 6 escribanos y 8 sastres.[4]

El resto de la población se dedicaba a los labores del campo. Muchos poseían minifundios alrededor de las poblaciones que permitían una agricultura de auto abastamiento. La cosecha de los cereales era insuficiente: “A cabsa de estar las dichas villas e cada una de ellas entre sierras, es tierra esteril e que cogen en ella poco pan[5] . Un cultivo importante fue la viticultura. No se trataba de grandes superficies, pero el 80% de los vecinos eran propietarios de viñas que en la mayoría de los casos no alcanzan la hectárea.[6]

La gran parte de la Sierra estaba conformada por  tierras comunales: dehesas, montes y ejidos. Estos terrenos pertenecían a los concejos de las ciudades como ya se puso de manifiesto en las Siete Partidas de Alfonso X:

«Campos e viñas e huertas e olivares e otras heredades e ganados e siervos e otras cosas semejantes que dan fruto de sí o renta pueden aver las çibdades o las villas. E commo quier que sean comunalmente de todos los moradores de la çibdad o de la villa cuyos fueren, con todo esso non pueda cada uno por sí apartadamente usar de tales cosas como estas, mas los frutos e las rentas que salieren de ellas deben ser metidas en pro comunal de toda la cibdad o villa cuyas fueren las cosas onde salen, asi como lavar de los muros, e de los puentes, o de las fortalezas, o en tenencia los castillos o en pagar los aportellados, o en las otras cosas semejantes de estas, que pertenecieren al pro comunal de toda la cibdad o villa» [7]

Las siete partidas de Alfonso X
Las siete partidas de Alfonso X

«Apartadamente son del común de cada una çibdad o villa las fuentes, e las plaças do fazen las ferias e los mercados, e los lugares o se ayuntan a concejos, e los arenales que son en las riberas de los ríos, e los otros exidos, e las carreras do corren, e los montes e las dehesas e todos los otros lugares semejantes de estos, que son establecidos e otorgados para pro comunal de cada çibdad o villa o castillo o lugar. Ca todo ome que fuere y morador puede usar de todas estas cosas sobredichas: e son comunales a todos, también a los pobres como a los ricos. Mas los que fuesen moradores en otro lugar non pueden usar de ellas contra voluntad o defendimiento de los que morasen»[8]

Las dehesas concejiles eran, como su nombre indica, terrenos protegidos (dehesa proviene del latín “defessa” = defensa). Normalmente estaban reservadas al pasto de determinadas especies ganaderas. Asimismo a veces se permitía la roturación en parte, especialmente en zonas intensamente  cultivados, y para el pastoreo de animales de laboreo, los llamadas dehesas boyales.

«Que en la dicha dehesa no puedan andar en la boyada más de tan solamente el ganado de arada de los vecinos desta villa, y que si algunas vacas de arada parieren, hayan de sacar los becerros desque hagan año» [9]

Parte de estos terrenos se arrendaban, pero los labradores serían propietarios exclusivamente de las plantas y sus frutos, nunca del suelo, ya que las tierras quedarían “por conçejiles y de pasto común”. Una vez terminadas las cosechas de los cereales, los vecinos tenían el derecho a la derrote de mieses. Así se garantizaba por lo menos el suministro para el sector ganadero. Además estas tierras se beneficiaron del abono que dejaron los animales.

«Otrosí, siempre ha sido vso y costumbre, de tiempo inmemorial vsada y guardada, que qualesquier vecinos de Seuilla y su tierra que tuuieren ganados pueden pacer los términos, y beuer las aguas, así de las heredades de pan y pastos, que son cerca de la cibdad, como de las campiñas y cortijos y casas fuertes, y otros edificios, e de donadíos, como en otras heredades, de manera que qualesquier vecinos de la dicha cibdad y de sus términos, y de sus lugares pazcan y puedan pacer con sus ganados libremente y beuer las aguas por todo el término de la dicha cibdad y por todas las dichas heredades y bienes de otras qualesquier personas que heredades tienen en los dichos términos, guardando las dichas dehesas, que fueron dadas por debessas a los dichos cortijos y casas, y donadíos, y pan y vino, y oliuares, y las otras tierras que se acostumbraron guardar en los tiempos antiguos…»[10]

Las ordenanzas de Sevilla
Las ordenanzas de Sevilla

Los bosques cubrían casi todo el territorio lo que permitía otras actividades vinculadas al campo. En primer lugar estaba el aprovechamiento de la madera. En los meses de inverno se procedía al carboneo cuando no hay tanto peligro de incendios. Se usaba la poda para la fabricación de “carbón de humo de leña”. También era frecuenta el “carbón de todo monte” procedente de ramas de diversas especies vegetales. Sin embargo esta actividad hacía mucho daño al bosque porque “se acabaría de talar e destruyr los dichos robles e enzinas e otros árboles para fazer dellos carbón” … por ”los vecinos de la dicha villa de Araçena e de las otras villas e logares de la tierra de dicha cibdad” [11] Otra actividad muy importante ligada a los bosques fue la apicultura. La miel y la cera llegaron a convertirse en el segundo producto de la exportación castellana. Su importancia se deduce claramente por el hecho que el día 8 de marzo de 1254, es decir muy poco después de la conquista, el cabildo de la ciudad de Sevilla estableció una ordenanza que regulaba esta actividad. Las tierras donde se colocaban las colmenas solían ser espacios comunales, alejados de las poblaciones y de escasa calidad agrícola. Las colmenas se concentraban en majadas donde también se encontraba una casa para el colmenero y un pequeño huerto. Se establecía la distancia mínima entre una majada y la otra. “Primeramente ordenaron, y touieron por bien, que todas las tierras que parten  con los términos de las vezindades, que son del Reyno de los nuestros términos, que son de Guadalquivir allende, que ayan de majada a majada, una legua bien complida”. [12]

Toda la actividad estaba muy reglamentada y controlada por los alcaldes de los colmeneros. “Todo pleyto de colmenas, o de losa, o de otra cosa que pertenezca a colmenas, que sea ante los Alcaldes de los colmeneros.” [13] A veces existían conflictos entre colmeneros y ganaderos que aprovecharon el bosque para el pastoreo.

A parte de que este padrón de 1407 [14] nos brinda una visión de la sociedad serrana en los albores del siglo XV nos da los nombres de dos vecinos de Aracena que vivían en el Robledo, en concreto Iohan Alfonso, caballero de cuantía con 280 mrs, y Alfonso Domingues, ballestero con 80 mrs.

La página 4 del padrón con el nombre de Iohan Alfonso del Roledo

El Robledo era una dehesa comunal del concejo de Aracena destinado a la obtención de madera en el que los pies reales se reservaban para la construcción de barcos en las atarazanas de Sevilla. No sabemos exactamente la extensión del Robledo por no disponer de cartografía antigua. Sin embargo tenemos algunas pistas. En 1448 el concejo de Aracena informaba al de Sevilla que ciertos vecinos de Las Cumbres, Fregenal, Bodonal e Higuera la Real entraban a robar madera en un robledo que en su término “siempre fue guardado e defendido por esta villa y por los guardas de la ataraçana por servicio de nuestro señor el rey e desa cibdat” [15] En “Memorias y sucesos notables de Europa, especialmente de Aracena y de sus inmediaciones” encontramos “En jueues, veynte y uno de abril de mil y quinientos y ochenta y uno …. Y al puerto de la Peña, junto al Robledo estauan la cruz y cristosde las cofradias de la Peña esperandd.” y “Y se llegó antes de puesto el sol por Linares, y otros por el Robledo y no en procesión”. [16]. Hay algunos lugares que no aparecen en el padrón del 1407: Fuenteheridos, Los Marines, Valdelarco, Navahermosa y Castaño. Parece ser que en estos lugares aún existía bosque y nada más. Entre Aracena y Los Marines encontramos “Casas del Robledo”, una cumbre de 778 metros de altitud “El Robledo” y una dehesa ”El Robledal”. Cerca del paraje "los conejales" existe una casa del Robledo. Todo estos datos se encuentran en este mapa . De todos estos datos se puede suponer que la dehesa comunal “El Robledo” estaba situado al oeste de Aracena y debería tener una extensión bastante grande abarcando un terreno que incluía a los lugares de Castaño, Puerto de Alájar, Los Marines, Fuenteheridos, Navahermosa y Valdelarco como las cumbres más altas de esta sierra.

La probable ubicación de la dehesa comunal "El Robledo". Para ver lo grande haga click en la imágen

 

Referencias

  1. Sociedad Medieval, Aracena y sus aldeas, siglo XV, Padrones de Cuantía,Andrés Domínguez Barranquero, Ayuntamiento de Corteconcepción, 2018
  2. Las Sierras de Aroche y Aracena: la formación de una unidad comarcal en el Reino de Sevilla durante la Baja Edad Media, página 122 Francisco Javier Pérez-Embid Wamba en Huelva en la Edad Media : reflexiones, aportaciones y nuevas perspectivas veinte años después, Universidad de Huelva, 1998
  3. Aracen y su Sierra, Javier Pérez-Embid,Diputación de Huelva, 1995
  4. Las Sierras de Aroche y Aracena: la formación de una unidad comarcal en el Reino de Sevilla durante la Baja Edad Media, página 123, Francisco Javier Pérez-Embid Wamba en Huelva en la Edad Media : reflexiones, aportaciones y nuevas perspectivas veinte años después, Universidad de Huelva, 1998
  5. AMS Tumbo RRCC III, 354-56
  6. “La acción del hombre sobre el Medio Natural”,página 426 f, en “Mundo rural y vida campesina en Andalucía medieval”, Mercedes Borrero Fernández, Editorial Universidad de Granada, Granada 2003
  7. Partida III, tit. XXVIII, ley X
  8. Partida III, XXVII,9
  9. (Ord IX de Aroche, Edit en nota L. Pérez-Embid: Producción Agraria …, II Jornadas del Patrimonio de la Sierra)
  10. Ordenanzas de Sevilla, fol. 28
  11. AMS AC. Nº290 y TUMBO RRCC, III 110-118
  12. Ordenanças de Sevilla, recopilación 1632, 124
  13. Ibid.
  14. Sociedad Medieval, Aracena y sus aldeas, siglo XV, Padrones de Cuantía,Andrés Domínguez Barranquero, Ayuntamiento de Corteconcepción, 2018
  15. AMS. AC, nº 290. Carta de concejo de Aracena al de Sevilla de 11 de mayo de 1448
  16. Memorias y sucesos notables de Europa, especialmente de Aracena y de sus inmediaciones (Anales de 1558-1611)Javier Pérez-Embid WambaDiputación Provincial de Huelva, 1999

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