En la edad medieval siempre era preciso ejercer un control efectivo sobre el terreno y la población. Normalmente se emplazaron castillos o fortalezas o torres en lugares estratégicos de altura lo que facilitaba el dominio visual de contorno y la defensa del lugar mismo. De la época andalusí tenemos constancia de las plazas fortificadas de Aroche, Almonaster la Real y Zufre. Cuando 1230 los portugueses entran por el Guadiana se aseguran su avance mediante la construcción de los castillos de Aracena, Torres y probablemente Cortegana y Encinasola. A causa de las constantes guerras con Portugal y la inseguridad provocado por los golfines la región tenía muy poca población. La Sierra estaba como un corredor libre que conducía a Sevilla. Al sur se encontraba el señorío del arzobispado de Sevilla, en el norte tenía el Orden de Santiago su tierras y en oeste amenazaba el Reino de Portugal. Por estas razones Sancho IV decidió reforzar las fronteras interiores y exteriores mediante la construcción y puesta al día de la llamada “Banda Gallega”. Para asegurarse del territorio realengo del reino de Sevilla, en el año 1293 Sancho IV mandó construir castillos:

La corona de Sancho VI
La corona de Sancho VI

… fazer castiellos e fortalezas, uno en Las Cumbres e otro en Santolalla, porque eran mucho a servicio de Dios e nuestro e a grand pro e guarda de toda esa tierra, porque con los otros castiellos e las fortalezas que son en esa Sierra podría ser guardada toda esa tierra muy bien.[1]

Las guerras entre Portugal y Castilla muchas veces consistían más en escaramuzas, cabalgadas e incursiones que en grandes batallas como se desprende de las leyes de Alfonso X: “para rrobarla o para quemarla o para correrla o para ffazer y otro mal, así commo para destroyr los panes e las vinnas e los arboles[2].

Al final existían tres líneas defensivas contra Portugal:
-> Aroche- Encinasola – Fregenal
-> Cortegana – Torres – Cumbres
-> Aracena – Cala – Santa Olalla

Pero los mismo castillos servían para proteger los pasos:
-> Encinasola – Cumbres de San Bartolomé – Cala
-> Aroche – Cortegana – Aracena – Castillo de las Guardas.
El acceso a Sevilla por la vía de la plata controlaban las fortalezas de Santa Olalla, Real de la Jara y Almadén.

La banda Gallega

El nombre “Banda Gallega” se refiere primeramente a una frontera como la “Banda Morisca” de la guerra contra los Nazaríes. El adjetivo “Gallega” tiene su origen en el hecho que en el Sur a los Leones se llamaba “Gallegos”. Según el tratado de Sahagún este territorio pertenecía al Reino de León. Además la “Vía de la Plata” constituye el nexo más directo entre Sevilla y León. Esto explica también que los primeros pobladores cristianos probablemente fuesen de este Reino.

Pero no fueron solamente las esporádicas guerras con Portugal la única razón para asegurarse del territorio. También influyo mucho la inseguridad causada por la presencia de golfines, rufianes y malhechores que impedía una repoblación seria del terreno. Hay constancia de épocas de severa despoblación y abandono de lugares.

El castillo de Aroche con la albacara
El castillo de Aroche con la albacara

La función principal de estos castillos era la proteger el territorio y la población. Por esta razón disponen de amplias albacaras que permiten a los habitantes de la zona refugiarse en caso de ataques “[…] nos vienen a correr fasta las puertas[3]. Sin esta protección una repoblación hubiera sido imposible “Conosçido es que las fortalezas que antiguamente fueron ordenadas para el reparo e defensión de los pueblos””[4]. Este proceso se conoce como el encastillamiento, es decir una concentración de la población alrededor de los castillos. Al mismo tiempo los castillos representaban emblemas del cambio de la jurisdicción y del nuevo poder político que ahora regentaba la “Tierra de Sevilla”.

Naturalmente surge el problema de la propiedad: ¿A quién pertenecen los castillos y de quién es la tierra? En un principio toda la Sierra es territorio realengo con excepción de Almonaster que fue cedida en 1280 al cabildo de la catedral de Sevilla por el cambio de Puebla de Cazalla. El rey daba esta tierra y sus fortalezas en cesión a Sevilla conservando así la condición de realengo como se pone claramente “pertenescen al Rey de derecho […] las villas, los castiellos, e las otras fortalezas de su tierra[5](1) .

El castillo de Aracena con su albacara
El castillo de Aracena con su albacara

Al frente de un castillo estaba el alcaide que “[…] debe ser de buen linaje, de padre e de madre. Ca si lo fuere, siempre aurá verguença de fazer del castillo cosa que le ste mal, ni porque él sea denostado, ni los que del descienden. E non deue ser muy pobre, porque non aya codiçia de querer enriquerscer de aqullo que le dieren para la tenencia del castillo[6]. Además Alfonso X fijó que las alcaidías se daban a “caballeros fijosdalgo, vecinos de Sevilla[7]. Sin embargo en 1344 Alfonso XI cambió esta regla disponiendo que las alcaidías detendrán vecinos del los pueblos donde hubiere castillo. El alcaide era entonces el jefe de la guarnición del castillo y de la villa que estaba a su cargo. Como en la Edad Media no hubo ejército profesional eran los propios vecinos a los que correspondía la defensa: “que para la guarda e defensa de la dicha fortaleza, por cabsa de los movimientos e guerra que avía la dicha cibdad, él (alcaide) tomasa la gente que entendiese que fuese menester de los vecinos desa dicha villa e le diesen todo el favor e ayuda, e fiesieren los dochos vecinos todas las cosas quél mandase tocantes a al dicha guarda de la dicha fortaleza[8]. Prestaban su servicio según la necesidad y su rango social. Estaban divididos en caballeros, ballesteros y lanceros. El alcaide también tenía que vigilar que la fortaleza esté preparada para cualquier emergencia: “en todo tiempo tenga el castillo bastecido de viendas, e mayormente de agua, que es cosa que pueden menos escusar que las otras. Otrosí se deben bastecer de pan, de aqueleo que entendieren que más se puede tener segund el ayre de la tierra. E esso mismo deven fazer de carnes, e de pescados e non deven olvidar la sal, ni el olio, ni las legumbres […], e aver molinos, o muelas de mano, e carbón, e leña […] e el vestir e el calçar[9].

De esta última cita ya se puede desprender alguna información sobre las necesidades de la gente que vivía alrededor de las fortalezas de la Banda Gallega.

En el siglo XIV la Banda Gallego mostró su utilidad en la primera y segunda guerra con Portugal. En1385 entran 40 jinetes y 400 infantes desde Serpa en el territorio de la Sierra y se llevan 4000 vacas, 5000 ovejas y 1000 puercos. Entonces Sevilla manda más hombres y ordena reparar los castillos. Así en 1398 en una nueva incursión portuguesa más allá de Aracena de 90 lanzas y 100 infantes solamente se llevaron 40 bueyes y 500 cabezas de ganada lanar y cabrío porque “toda la tierra era ja guoardada”. En el siglo XV aumentan las quejas de los jurados por los abusos cometidos desde los castillos que no era una cosa nueva como se deduce de la queja presentada en los cortes de Valladolid en 1307:

Astragavan las villas e las aldeas quemando la madera de las casas, e cortavan las huertas e las vinnas e los panes, e tomando el pan el vino e la carne e la paia e la lenna e las otras cosas que fallavan por la fuerça, en manera que perdían los ganados, e ffincavan los logares yermos e astragados.[10]

Las ruinas del castillo de Torres
Las ruinas del castillo de Torres

Peor fue para la Sierra la época de las guerras civiles del final del reinado de Enrique IV Tratamara y de la succesión entre Juana la Beltraneja e Isabel la Cátolica 1464 – 1479. Aunque la Sierra no participaba directamente en las luchas, si padeció su efectos. El duque de Medina Sidonia Enrique de Guzmán y el marqués de Cádiz Rodrigo Ponce de León se diputaron la hegemonía en el reino de Sevilla y por ende también en la Sierra. Además Enrique de Guzmán que también era conde de Niebla anhelaba de convertirse en Gran Maestro de la Orden de Santiago y de esta manera juntar la tierra de orden en el sur de Extremadura con el dominio de la Sierra y su condado de Niebla.. Una de las consecuencias de estas guerras fue la aparición de bandidos y malhechores que muchas veces eran los inquilinos de los castillos.

Conosçido es que las fortalezas que antiguamente fueron ordenadas para el reparto e defensión de los pueblos, está agora al contrario enforteleçidas contra los pobladoresde los dichos logare robando e matando e tornándos a las fortalegas. Avían robado e forçado e fechos otros males. [11]

1479 se terminó la guerra de sucesión y se firmó el tratado de paz de Alcazobas con Portugal. Los castillos de la Banda Gallega perdieron parte de su importancia, también por la creación de la Santa Hermandad que vigilaba por el orden establecido. Por esta razón se ordenó el derribo de los castillos que ya no eran necesarios como de las múltiples torres que se habían construido durante esta época.

 

Las Partidas de Alfonso X
Las Partidas de Alfonso X

Notas

  1. Las siete partidas de Alfonso X están disponible digitalizadas por la Universidad de Sevilla de una edición de 1843 en http://fama2.us.es/fde/ocr/2006/sietePartidasP1.pdf.

Referencias

  1. Archivo Municipal de Sevilla sec.1, carp. 4, doc. 30. Citado de Casquete de Prado Sagrera,Nuria Los castillos de la sierra norte de Sevilla en la baja edad media , p 131, Diputación de Sevilla 1993
  2. Espéculo, en Leyes de Alfonso X, I edición y análisis crítico por Gonzalo Martínez Díez y José Manuel Ruiz Asensio, Ávila, 1985
  3. AMS (Archivo Municipal de Sevilla). Act. Capt.. fols. 44 v, 45 r y 57 r (7-XII-1478, y s.d.-XII-1478
  4. AMS, sec. 10, 1453, marzo, f.2
  5. partida II tit. XVIII, ley 1
  6. partida II, tit. XVIII, ley VI
  7. AMS, sec. 1 carp. 4, f. 6v. 1253, diciembre, 6
  8. AMS, sec. 15. Pap. May., carp. 58, 1474, junio, 7
  9. Partida II, tit. XVIII, ley X.
  10. Cortes de Valladolid 1307 cit. Valdeón, Julio: La baja edad media, cap. 2, la corona de castilla, pag.76; El País, 2007
  11. AMS sec. 10, 1459, agosto, f. 30

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